ORIENTACIÓN FAMILIAR


Una labor de ayuda

Un orientador familiar es aquel profesional dispuesto a ayudar para conseguir que se recupere un equilibrio emocional que parece perdido.
Un orientador familiar escucha, sin juzgar, todo aquello que quieres y necesitas decir, incluso cuando ni siquiera tú lo sabes aún.

Un orientador familiar facilita la comunicación entre personas, tan perdida en esta sociedad falsamente denominada como «sociedad de la comunicación».
Un orientador familiar ayuda a crecer, al autoconocimiento, facilitando herramientas y recursos que sirvan de andamiaje para la persona.

En definitiva, un orientador familiar es una persona que ayuda a otras, sin imponer un cambio, sin obligar ni decidir por los demás.
Hace tiempo me definieron la Orientación como la labor de «guiar al paso de quien camina» y es, sin duda, una gran definición. Porque al final el orientador no se pone delante de las personas para decirles por dónde ir, y a qué velocidad, sino que camina a su lado, escuchando, comprendiendo, asegurándose de que no queden por detrás fantasmas que puedan impedirle crecer.

Todos encontramos momentos en los que nos sentimos perdidos, enfadados, incomprendidos… es entonces cuando simplemente necesitamos que alguien nos escuche, pero de verdad, con los cinco sentidos, y nos ayude a descifrar todas aquellas soluciones que, aún estando en nuestro interior, somos incapaces de ver porque todo lo demás las enmascara. Un orientador nunca decidirá por nosotros, ni nos impondrá soluciones sacadas de un manual para aplicar a situaciones parecidas a la nuestra. No. Un orientador partirá de nuestra experiencia, de nuestra realidad, y se volcará para darnos un espacio de confianza donde ser nosotros, y donde poder crecer como personas. Cuando uno mismo consigue aceptarse, se vuelve mucho más productivo hacia sí mismo y hacia los demás. Así y sólo así podremos conseguir ver más allá de aquello que nos preocupa, y así, y sólo así, seremos realmente capaces de generar soluciones.

La Orientación Familiar centra sus esfuerzos en ayudar a las personas, a las parejas, a las familias, a cualquiera que esté en situación de recibir un apoyo y una ayuda que, sin venir justificada por un trastorno, es de importancia máxima para la persona que sufre.
La figura del orientador muestra la de un profesional cuya máxima es ayudar a los demás. No se pretende mandar sobre la vida de alguien, u obligarle a cumplir con nuestros deseos (por muy buena voluntad que en ellos haya implícita). La labor del orientador es mucho más. Es ser el apoyo para el crecimiento personal, para llegar a conocerse a uno mismo, a aceptarse dentro de esta sociedad que tan homogéneos promueve que seamos. Al final, en la variedad, en la diferencia, está la riqueza.

El orientador es un facilitador de recursos de ayuda.page1image23272

El objetivo principal de la figura del orientador debería ser primordial para cada miembro de la sociedad, conocerse a un mismo e intentar conocer a los demás. Sin embargo, esto no es así, por lo que se complica la labor de respetar o ayudar al prójimo cuando no somos capaces de respetarnos o ayudarnos a nosotros. Es por esto que el orientador se convierte en una figura relevante, que debe ser valorada, ya que tiene la increíble suerte de poder conocer profundamente a todo aquel que esté dispuesto a arriesgarse a recorrer el camino del autoconocimiento.

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